Investigando sobre la función poética o estética del lenguaje, me encontré con estas maravillosas muestras cotidianas en los muros de nuestras ciudades. Me gustaron. Las recopilé. Las acompañé con la música hermosa de la película Young Goethe in Love. Y, de repente, se me antojó regalártelo.
En el punto ¿rojo? de mi Colimador
No me acuerdo cuándo lo leí. Debió ser en los años de secundaria en la escuela José Martí de Ciego de Ávila, un pueblo enaltecido a provincia por la Revolución Cubana, pero nunca por el desarrollo, donde viví durante la mayor parte de mi infancia. En fin, lo cierto es que como parte del currículo de mi educación marxista-leninista, debí leer En el punto rojo de mi colimador . Este libro, a diferencia de los que devoraba por ese entonces firmados por Julio Verne y Agatha Christie, no me impresionó por el contenido, sino por su título. Recuerdo nítidamente cómo volaban las imágenes del colimador, ¿ qué era?, no importa, la palabra sonaba imponente, abrasante, grande, casi mística. Yo me veía en lo alto de mi propio colimador, que aparecía ante mí como una inmensa montaña tipo Olimpo, y desde ahí auscultaba el panorama, mi vida, sus personajes, mi historia, mi pasado y también, un futuro que desconocía. Ya han pasado varios años (creo que más de 20) y sigo teniendo problemas con el conc...
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