Fidel y yo
Parecía como si la muerte hubiera decidido hacerle caso al nobel de literatura José Saramago y, sencillamente, no aparecer ni cumplir sus funciones . Quizás, por esas intermitencias de la muerte, siempre había creído, tal vez a nivel de ese inconsciente jungiano, en la inmortalidad de Fidel Castro. Claro, hasta ahora que me despiertan, las noticias de su enfermedad, posible gravedad o hasta más ¡su deceso como cualquier mortal! Y es entonces, cuando llegan las reflexiones. Creía que odiaba a Fidel. Pero, ¿cómo aborrecer a un personaje que, en gran medida, ha vivido contigo toda tu vida? Porque en realidad, Fidel ha regido mis destinos. Nací, no bajo la constelación del Toro como dice mi horóscopo, sino bajo los influjos de Fidel Castro. Justo cuando las energías enteras de mi mundo (Cuba) estaban empeñadas en producir diez millones de toneladas de azúcar. Era 1971 y ya se sabía del fracaso total, no sólo de los millones de azúcar, sino también de las 12 millones de cabezas de ganad